viernes, 12 de junio de 2020

Laguna y Fuente del Jerrao un paraje con historia

Fuente y Laguna del Jerrao

Me reencuentro con el paisaje, con la búsqueda de la belleza que la naturaleza otorga cada día. La quietud, el sonido armonioso del agua cayendo a un pequeño estanque lleno de ranas y algún gallipato que asoma su cabeza con timidez. El viento que acaricia y mueve lentamente las ramas de las encinas y las pequeñas flores que nacen entre estas tierras pizarrosas.

El agua que mana sin parar en todas las estaciones del año de la centenaria Fuente del Jerrao. Agua de hierro, agua ferruginosa, agua medicinal, agua legendaria.

Laguna con historia que desde tiempos pasados ha sido un soporte vital para la vida en la dehesa. Un paraje singular, un paraje histórico y lleno de historias que guarda las huellas del pasado y la memoria de nuestros antepasados.

Cierro los ojos, suspiro y proyecto mis pensamientos al pasado, a mis recuerdos. Imagino otros tiempos y siento que donde me hallo es una parte indivisible de mi vida.

Y pienso en cuando nos daremos cuenta de que es un auténtico lujo detenerse a contemplar y sentir todo lo que este hermoso paisaje nos ofrece. Que solo con la simple observación en silencio, con sentir el viento en la cara, con el fresco olor de la tierra, con escuchar los sonidos de la naturaleza, nuestra energía vital se recarga.

Puede haber paisajes más bonitos, más espectaculares, más impresionantes, pero ninguno ha sido testigo de tantas emociones y experiencias vividas por mí. Donde guardé tantos y tantos secretos, donde hallé que formaba parte de esta tierra y donde mi esencia descansará para la eternidad algún día.



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jueves, 11 de junio de 2020

Los sonidos de la dehesa

Dehesa Boyal de Montehermoso


La primavera avanza y aunque el año ha sido bastante lluvioso, el verde va perdiendo intensidad y entre encinas y alcornoques florecen miles de cardos que dan una nota de color que atrae a decenas de jilgueros para alimentarse de sus semillas.

El rumor del agua que cae en pequeñas cascadas sobre duras pizarras en el canal del antiguo Molino del Jerrao en el arroyo del Pez cada vez es más débil. En una pequeña charca espera impaciente un martín pescador sobre una rama de una encina hasta que se zambulle en el agua y sale airoso con su presa.

Después de caminar un rato siguiendo el curso sinuoso del agua, me paro a escuchar el canto melodioso de la oropéndola que vuela y vuela entre encinas y alcornoques. El pequeño mito revolotea inquieto entre los rosales silvestres. Escondido y en silencio observo al pico de coral preparando su nido entre unas tamujas mientras el ánade real pasea a sus crías. Espero un rato y cuando ya no molesto, continúo en silencio, solo escuchando, solo observando. Soy uno más del entorno, soy parte de la dehesa, soy  parte de su biodiversidad.

El canto del pinzón me lleva acompañando desde que el sol despuntaba y ahora se entremezcla con el del ruiseñor y los alborotadores abejarucos que vuelan y vuelan alrededor de un pequeño talud.

Agazapados entre unas piedras, en mitad del agua varios galápagos toman el sol tranquilamente. Solamente uno se zambulle al pasar cerca una garza real caminando entre las aguas, el resto permanece impasible con sus cabezas erguidas.

Ahora sale al encuentro un precioso carbonero que vuela inquieto y me indica que algo pasa. Busco un pequeño promontorio y observo el vuelo nervioso y veloz de varias aves, es el reclamo de peligro de que algo se acerca.

Pasan unos segundos y el sonido de una rapaz que mira vigilante el entorno pone en alerta a todas las aves, es un precioso busardo ratonero. Solo la garza permanece impasible en la charca, con ella no se atreve. El resto huye de aquí para allá en vuelos rasantes entre los arbustos y las encinas.

Continúo y llego a un pequeño valle después de cruzar el arroyo. La humedad y el verdor del entorno es un alivio porque cada vez el sol está más envalentonado y sus rayos calientan más y más.

Un descanso para escuchar un auténtico recital ofrecido por los grillos. Aunque sea en mi móvil pero ese instante queda grabado. Respiro, suspiro…y a continuar de nuevo. En el sotobosque más cerrado el cuco y la abubilla compiten con su canto, solo roto a momentos por el picoteo del pájaro carpintero que en un árbol seco trabaja afanoso martilleando para encontrar pareja.

Escucho ahora la melodía del zorzal charlo llegando a una laguna donde tiene su nido en un pequeño alcornoque. El susurro del viento comienza a mover las ramas de los árboles, ese sonido que hace poner todos mis sentidos para abrazar la naturaleza. Porque un lugar no solo se observa, no solo se huele, no solo se toca, no solo se aprecia, un lugar también se escucha.

lunes, 1 de junio de 2020

Lagarto ocelado (Timon lepidus)

Lagarto ocelado (Timon lepidus). Parque Periurbano de Conservación y Ocio Dehesa Boyal de Montehermoso. 27 de mayo de 2020.

Lagarto ocelado (Timon lepidus). Parque Periurbano de Conservación y Ocio Dehesa Boyal de Montehermoso. 27 de mayo de 2020.

Lagarto ocelado (Timon lepidus). Parque Periurbano de Conservación y Ocio Dehesa Boyal de Montehermoso. 27 de mayo de 2020.

Lagarto ocelado (Timon lepidus). Parque Periurbano de Conservación y Ocio Dehesa Boyal de Montehermoso. 27 de mayo de 2020.

Lagarto ocelado (Timon lepidus). Parque Periurbano de Conservación y Ocio Dehesa Boyal de Montehermoso. 27 de mayo de 2020.

Lagarto ocelado juvenil (Timon lepidus). Parque Periurbano de Conservación y Ocio Dehesa Boyal de Montehermoso. 15 de octubre de 2016.

Lagarto ocelado juvenil (Timon lepidus). Parque Periurbano de Conservación y Ocio Dehesa Boyal de Montehermoso. 19 de junio de 2016.



domingo, 31 de mayo de 2020

El paisaje de la dehesa

Paisajes de la dehesa

El paisaje de la dehesa iba tomando el color amarillo y blanco de miles de flores que en estos días de finales de mayo inundaban las pequeñas vaguadas del Valle de las Colmenas. Los cardos emergían despuntando al lado de un hermoso alcornoque y atraían a un grupo de jilgueros que de ellos se alimentaban.

Hermosa, muy hermosa era la silueta del águila culebrera que parecía saliera de un cuadro recién pintado. Mientras tanto, escondido entre unos arbustos veo salir a dos alcaudones chillones y ruidosos, estaban defendiendo su territorio y no se amedrantaron ante la imponente rapaz hasta que abandonó la zona.

- Creo que es hora de irse, ya no hay nada más que ver. - Pensé en ese momento. El no querer molestar a los recios alcaudones me hizo volver atrás a y coger otro sendero. Para mí es como comenzar de nuevo a explorar, porque siempre te encuentras algo que te sorprende.

La curiosidad me llevó a meterme en un paisaje de dehesa más cerrado, serpenteando entre carrascas, majuelos y piruétanos que dejaron más de una marca en mis brazos. Y mereció la pena tanta aventura, al final en unas formaciones de pizarra me topé con una bella gineta. Rodeo despacio, me alejo tranquilo y ella sosegada se queda para luego irse mirando curiosa hasta su refugio.

El calor apretaba y también las piernas, era hora de hidratarse y por eso espabilé el paso, no sin dejar de observar cada planta, cada rastro, cada claro entre el sotobosque por si veía algo. Atrás dejaba momentos donde la vida pasaba más tranquila, donde el tiempo no importaba, donde todo era más soportable y donde los animales y las plantas nos daban una lección de cómo convivir en el medio natural.  

jueves, 28 de mayo de 2020

El Arroyo del Pez

Arroyo del Pez, 26 de mayo de 2020

El Arroyo del Pez mantiene una parte importante de biodiversidad en su recorrido fluvial y serpentea entre afloramientos pizarrosos flanqueados por pequeños regatos y valles de gran belleza. Al final de su recorrido por esta majestuosa dehesa boyal de Montehermoso se envuelve en pequeños meandros que muchos paisanos llamaban “espichones” en nuestra habla popular.

Y esa sinuosidad pronunciada se ve coronada por pequeños miradores de pizarra que nos ofrecen un bello espectáculo entre zonas de umbría donde el canto de los pájaros se aprecia mejor sin la actividad humana. Donde solo el tintineo del cencerro de las vacas rompe el sonido melodioso y tranquilo de la naturaleza.

En los taludes de los márgenes del arroyo, los abejarucos revoletean bulliciosos después de perforar la tierra para hacer sus nidos y guarecer a sus crías. El ratonero surca el cielo con su característico aleteo y alerta a las tórtolas que vuelan lejos de su alcance. Desde un rosal silvestre el ruiseñor da todo un recital y es acompañado por el canto de la oropéndola, el cuco y la abubilla.

La dehesa boyal de Montehermoso es un paraíso de biodiversidad con grandes valores naturales de especies vegetales y animales, cuyos paisajes y encinas centenarias guardan desde hace siglos mucha historia en estos hermosos parajes. Este espacio natural protegido es el principal destino de naturaleza de nuestro pueblo. Por todo ello, y por respeto a nuestros antepasados y todo su patrimonio, estamos en la obligación de conservar este importante legado cultural y natural.

miércoles, 27 de mayo de 2020

La magia de la dehesa

Laguna Grande, 26 de mayo de 2020

Habían pasado 10 días desde mi última visita a la dehesa boyal de Montehermoso, los paisajes de encinas centenarias aparecían ante mis ojos escoltados de una increíble variedad de flores que matizaban los pastos y que daban un colorido especial al manto vegetal. 

La mañana acompañaba, ya que a pesar del calor, una ligera brisa refrescaba el ambiente. Grabé sonidos, cantos de pájaros, cantos de grillos, el zumbido de unos enormes abejorros que merodeaban en un tronco. Vi orquídeas, lirios, una familia de zorros que pasaron cercana sin siquiera asustarse de mi presencia, yo solo observaba. 

Y vi aves, muchas aves. Tiempo hacia que no observaba tantas. En una de mis paradas observé el vuelo del halcón abejero con un panal de avispas. Llegué a la dehesa como si nada conociera, con ganas de aprender, con ganas de conocer. Porque por mucho que creamos que sabemos, cada día se aprende algo nuevo. Cada día es una nueva enseñanza.


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jueves, 19 de marzo de 2020

Experiencias, emociones y anécdotas del coronavirus en Montehermoso


            Llevamos unos días de cuarentena que llevamos como mejor podemos, si se hace más difícil esto es por tener a mi hija lejos (por responsabilidad y solidaridad no vino al pueblo), y por la incertidumbre y la tensión de ver como mi mujer se va cada día a trabajar al hospital y estar expuesta a este bichito, como lo están la gran mayoría de personas que trabajan en el sistema de salud.

Por lo demás, la vida nos ha dado a todos un giro inesperado, quizás el cambio nos sirva para reflexionar y aprender a valorar más a las personas, a valorar más a nuestro planeta. Esta sociedad caminaba a toda prisa sin tener en cuenta los valores que tenemos como seres humanos. Ahora de repente un maldito virus nos ha venido a dar una lección. Nos encerramos en casa y echamos como nunca de menos a la gente, echamos de menos los saludos, los abrazos, los besos. Ahora nos tomamos un respiro, y mientras eso sucede, la naturaleza va recuperando su espacio, va recuperando su sitio.

Esta mañana temprano antes de salir el sol, solo el sonido del canto de las golondrinas inundaba la calle. Y la luna en cuarto menguante quedaba iluminada por la luz del alba. Asomado a la ventana veía como un hombre paseaba a un pequeño perro entre el silencio tempranero de la mañana y los pocos coches que pasaban con sus conductores portando una máscara.

Alrededor del mediodía volví a la ventana, necesitaba ver el cielo azul, aunque ahora estaba gris por las nubes. De repente una señora venía con su carro de la compra para casa. Y yo desde mi torreón le dije la alegría que me daba ver a alguien por la calle, de la extraña soledad que inunda el pueblo, de la tristeza y de la añoranza de las risas y carreras de los niños en la calle. Pensaba que cuando pase esto y se vuelva a la normalidad, después de abrazar a mi familia, saldré a la calle y a la primera persona que vea le voy a dar un fuerte abrazo para mostrar mi afecto y solidaridad. Y mientras pensaba esto dos hombres a lo lejos comentaban.

– Si no tenemos bastante con los aviones que nos fumigan, ahora nos curan los del ayuntamiento –

El otro a lo lejos contestó – Ya te digo –

Imaginación al poder. Hordas de aviones nos echan virus desde las alturas y los operarios municipales nos echan DDT. Que risas me pasé.

Por cierto, lo del paseo de los perros pasará a la historia, me contaban esta tarde de casos de gente que nunca ha salido a pasear a sus canes, del que se ha traído un perro del huerto para sacarlo, del que nunca miraba el perro de su madre y ahora lo saca cuatro veces al día, del perro que ve al amo y sale corriendo para que no lo saque…y muchas anécdotas más.

Ahora es cuando nos damos cuenta del silencio y la tranquilidad, y también del ruido al que continuamente estamos sometidos. Porque hay que ver lo que nos gusta el ruido, tanto que mucha gente lo prefiere al sosegado, tranquilo y melódico sonido que nos ofrece la naturaleza.

Recordaba el paseo con mis perras en el atardecer del 18 de marzo (día de mi cumpleaños). Cuando caminaba por la calle apenas oía ruido, solo silencio. Un silencio extraño, un silencio quieto y tranquilo solo roto por el sonido de los pasos de dos personas que me encontré en el camino que iban guardando la distancia, y con las que crucé unas pocas palabras y un saludo cordial.

Miraba el móvil para calcular el tiempo (porque ahora más que nunca tienes que medir y valorar el tiempo), cuando un sonido de música discotequera animo el ambiente. Salía de una casa, luego risas de niños, ilusión. Aquello me animó y miré a los lados para mover un poco los pies bailando ante el asombro de mis perritas. Luego todo aquello se tornó en emoción cuando empezaron a escucharse aplausos desde los balcones, terrazas y ventanas. Fue emocionante y muy emotivo y la tristeza daba paso a la esperanza.

Terminan los aplausos, luego silencio. Un silencio luego interrumpido por un castañeo melódico que empezaron a realizar las cigüeñas, como queriéndose unir con su crotoreo a tan entrañable homenaje. Lo curioso es que siento decir a dos hombres que se encontraron caminando.

– Mira, mira. Ha vuelto la gente a aplaudir –

Sin saber que eran las cigüeñas las autoras de tal aplauso. Una nota de humor que me hizo sonreír cuando ya enfilaba el camino a casa. Luego escucho resistiré y entre lágrimas abría la puerta de casa.

Por cierto, el aplauso que he dado la noche del 19 de marzo fue tan fuerte que las manos me dolían a rabiar y me ha costado hasta escribir estas líneas para vosotros.

Y ya para terminar, os propongo que también le demos un APLAUSO ENORME a los niños, ellos sufren mucho toda esta situación. Por eso y porque pronto los veamos correr en la calle y jugar con ilusión.

miércoles, 18 de marzo de 2020

Saldremos adelante


Echo de menos esos atardeceres que ahora fotografío desde una ventana de mi casa. También las risas de los niños al verlos jugando en la calle. La gente bulliciosa y los paisajes, esos paisajes de nuestra dehesa y los momentos en plena naturaleza. Me quedo con los detalles, con los instantes vividos, y con las ganas de ver y abrazar a la gente que está en mi vida.

Pero si hay algo que me queda de toda esta crisis, es que la solidaridad y la humanidad, están por encima de ideologías políticas. Ha tenido que venir un virus para sacar nuestro lado más humano. Saldremos adelante, como también lo hicieron nuestros padres y abuelos en otros tiempos difíciles.

Pero recordar que hay gente que no tiene los medios que tenemos. Seguramente no puedan hacer cola en los comercios y supermercados, sencillamente porque no tienen apenas para comer. Y si no les mata un virus, les mata la guerra o el hambre. Tener eso siempre presente cuando os quejéis de la situación que vivimos ahora.

SALDREMOS ADELANTE MÁS UNIDOS Y SOLIDARIOS QUE NUNCA…Y TAMBIÉN MÁS HUMANOS.

martes, 7 de enero de 2020

Comenzando el año 2020 con pequeñas acciones


AMIGAS Y AMIGOS. Como cada comienzo de año todos tenemos unos propósitos y unos deseos que cumplir. Pero antes de eso debemos mirar aquello que nos propusimos el año anterior y ver todo lo que pudimos llevar a cabo. Yo, como los últimos 19 años terminé divulgando y poniendo en valor el patrimonio de Montehermoso. Trabajando sin descanso para conservar nuestros espacios naturales, para dar a conocer lo mejor de nuestra historia…y así, un año tras otro.

Este año lo empecé enseñando nuestro conjunto arqueológico. Protegiendo y conservando pequeños quejigos y robles para que puedan convertirse en bellos árboles en un futuro. Limpiando algunas zonas de plásticos, vidrios y cristales, y diseñando las próximas actividades de educación ambiental para concienciar a la gente en la necesidad de hacer algo bueno por nuestra dehesa, algo bueno por el planeta.

Son pequeñas acciones, pero que sumadas a lo largo de los años hacen que sean grandes. Es nuestra actitud la que hace que la suma de pequeños esfuerzos repetidos cada día cree una nueva conciencia ambiental.


"El hombre que mueve montañas comienza cargando pequeñas piedras".

Confucio

Paraje Natural y cuevas graníticas de Las Potras. Espacios Naturales Protegidos de Montehermoso

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Flora y Fauna de Montehermoso

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Parque Periurbano de Conservación y Ocio “Dehesa Boyal de Montehermoso”

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Conjunto megalítico en Montehermoso

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