El
paraje de Las Potras y sus cuevas graníticas es un enclave de
excepcional valor geológico, paisajístico y cultural que merece una atención y
conservación especial. Su singularidad lo convierte en un candidato idóneo para
ser declarado Monumento Natural, Lugar de Interés Geológico o Lugar de Interés
Científico.
Ubicadas
en la Rivera del Bronco, estas formaciones geológicas y sus alrededores
albergan un gran patrimonio único de indiscutible belleza que debe ser
preservado para las generaciones presentes y futuras.
Las
Potras poseen una relevancia geológica indiscutible,
representando una muestra única de la evolución de la naturaleza a lo largo de
los años. Pero su valor no se detiene en lo geológico, ya que también abarca el
ámbito cultural y arqueológico. En este lugar, se entrelazan los vestigios
arqueológicos con la arquitectura tradicional, creando una historia viva que se
debe proteger.
A lo
largo del tiempo, Las Potras han sido testigos de múltiples ocupaciones
humanas que se reflejan en sus abrigos rocosos, sus refugios naturales y en las
cuevas subterráneas presentes en el entorno.
En
tiempos prehistóricos, estas formaciones brindaban resguardo durante las
estaciones lluviosas, mientras que en los calurosos meses de verano, las cuevas
subterráneas ofrecían un alivio frente a las altas temperaturas. Los refugios
se convertían en santuarios vivos, donde la supervivencia se entrelazaba con el
profundo respeto por la naturaleza, creando un equilibrio perfecto entre el
hombre y su entorno.
El
ingenio humano, siempre adaptándose a su entorno, ha sabido aprovechar los
microclimas y las características únicas del terreno en Las Potras. Las
ocupaciones humanas se entremezclan con las rocas y enormes pozas que hay en
sus galerías, dejando vestigios de antiguos pobladores que han dejado su
impronta en este paisaje de gran belleza. Los refugios naturales se
transformaron en lugares de vida, donde la subsistencia se combinaba con la
reverencia por la naturaleza circundante.
Preservar las Cuevas de Las Potras no solo implica salvaguardar un legado geológico excepcional, sino también proteger una historia viva que ha evolucionado en armonía con el entorno, para que las generaciones venideras continúen maravillándose y aprendiendo de las lecciones que Las Potras tienen para ofrecer. La resiliencia de la naturaleza y la actividad humana que ha conseguido vivir en perfecta armonía con su entorno en este rincón único de la Rivera del Bronco.