Fuente y Laguna del Jerrao |
Me reencuentro con el paisaje, con
la búsqueda de la belleza que la naturaleza otorga cada día. La quietud, el
sonido armonioso del agua cayendo a un pequeño estanque lleno de ranas y algún
gallipato que asoma su cabeza con timidez. El viento que acaricia y mueve
lentamente las ramas de las encinas y las pequeñas flores que nacen entre estas
tierras pizarrosas.
El agua que mana sin parar en todas
las estaciones del año de la centenaria Fuente del Jerrao. Agua de hierro, agua
ferruginosa, agua medicinal, agua legendaria.
Laguna con historia que desde
tiempos pasados ha sido un soporte vital para la vida en la dehesa. Un paraje
singular, un paraje histórico y lleno de historias que guarda las huellas del
pasado y la memoria de nuestros antepasados.
Cierro los ojos, suspiro y proyecto
mis pensamientos al pasado, a mis recuerdos. Imagino otros tiempos y siento que
donde me hallo es una parte indivisible de mi vida.
Y pienso en cuando nos daremos
cuenta de que es un auténtico lujo detenerse a contemplar y sentir todo lo que
este hermoso paisaje nos ofrece. Que solo con la simple observación en
silencio, con sentir el viento en la cara, con el fresco olor de la tierra, con
escuchar los sonidos de la naturaleza, nuestra energía vital se recarga.
Puede haber paisajes más bonitos,
más espectaculares, más impresionantes, pero ninguno ha sido testigo de tantas
emociones y experiencias vividas por mí. Donde guardé tantos y tantos secretos,
donde hallé que formaba parte de esta tierra y donde mi esencia descansará para
la eternidad algún día.
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