Como cada año no falto a la cita de mi primer paseo en año nuevo por la dehesa -aunque este año haya sido más corto que de costumbre-. Caminando entre las encinas cada vez más atacadas por enfermedades, voy recordando los días que aquí he pasado, las personas que me han acompañado. Todos los animales que he visto –algunos ya desaparecidos- y lo poco que los veremos ya.
Pido como cada año como principales deseos que dejemos de ver aguas negras en el arroyo del Pez producto de la contaminación.
Pido que no mueran más animales por los productos tóxicos que contienen esas aguas.
Pido que no desaparezcan más aves por causa de nuestra desidia y falta de sensibilización para proteger nuestra biodiversidad.
Pido que nuestro patrimonio sea protegido y no destruido.
Pido que no desaparezca más superficie de nuestra dehesa.
Pido que podamos dejar en herencia a las generaciones futuras el rico legado que nosotros heredamos de nuestros antepasados.
Pido Sentido y Responsabilidad.
Nunca acabaré de entender que ya en el año 2010, en el siglo XXI sigamos teniendo tan poco respeto por nuestro patrimonio y permitamos que el “Supuesto Desarrollo Económico” acabe con él.
Por eso recuerdo a aquel anciano que me encontré un día paseando y viendo como miraba aquellas aguas contaminadas, me llamó para que me acercara y me dijo “Hay que ver, lo que tanto trabajo y sacrificio nos ha costado dejaros y en poco tiempo vuestra generación se está encargando de que desaparezca. Aquí siempre había peces, las mujeres lavaban y tendían la ropa al sol. Cogíamos poleo del arroyo. No veníamos a hacer carreras con motos, sino que veníamos en burro…Y ahora esto es una vergüenza. Esta es la herencia que vais a dejar a vuestros hijos y todos sus descendientes”.
Después de escuchar estas palabras, sentí que tenía toda la razón del mundo y que me estaba diciendo verdades como puños. Y me fui dolido y decepcionado por como tratamos nuestro entorno.
Si dedicáramos un solo minuto a pensar en el estado de nuestro Patrimonio Natural, seguro que algo podía salvarse. Podíamos hacer algo más, aún queda tiempo.
Pido como cada año como principales deseos que dejemos de ver aguas negras en el arroyo del Pez producto de la contaminación.
Pido que no mueran más animales por los productos tóxicos que contienen esas aguas.
Pido que no desaparezcan más aves por causa de nuestra desidia y falta de sensibilización para proteger nuestra biodiversidad.
Pido que nuestro patrimonio sea protegido y no destruido.
Pido que no desaparezca más superficie de nuestra dehesa.
Pido que podamos dejar en herencia a las generaciones futuras el rico legado que nosotros heredamos de nuestros antepasados.
Pido Sentido y Responsabilidad.
Nunca acabaré de entender que ya en el año 2010, en el siglo XXI sigamos teniendo tan poco respeto por nuestro patrimonio y permitamos que el “Supuesto Desarrollo Económico” acabe con él.
Por eso recuerdo a aquel anciano que me encontré un día paseando y viendo como miraba aquellas aguas contaminadas, me llamó para que me acercara y me dijo “Hay que ver, lo que tanto trabajo y sacrificio nos ha costado dejaros y en poco tiempo vuestra generación se está encargando de que desaparezca. Aquí siempre había peces, las mujeres lavaban y tendían la ropa al sol. Cogíamos poleo del arroyo. No veníamos a hacer carreras con motos, sino que veníamos en burro…Y ahora esto es una vergüenza. Esta es la herencia que vais a dejar a vuestros hijos y todos sus descendientes”.
Después de escuchar estas palabras, sentí que tenía toda la razón del mundo y que me estaba diciendo verdades como puños. Y me fui dolido y decepcionado por como tratamos nuestro entorno.
Si dedicáramos un solo minuto a pensar en el estado de nuestro Patrimonio Natural, seguro que algo podía salvarse. Podíamos hacer algo más, aún queda tiempo.