El
conjunto megalítico de la dehesa boyal de Montehermoso
Domingo Quijada
González
Cronista Oficial
de Navalmoral de la Mata
1.-
EL MEGALITISMO
Podemos
definir este fenómeno como el uso que hicieron determinadas culturas (cuando
nos referimos a Europa, sobre todo durante el Neolítico y Calcolítico) de
grandes bloques de piedra para construir, fundamentalmente, enterramientos
diversos.
Esta
manifestación ha sido interpretada como el fruto de la transmisión de ideas
religiosas, importadas desde Oriente. Sin embargo, a la luz de las nuevas
dataciones de radiocarbono en grupos portugueses y de la Bretaña francesa, el
origen de los megalitos se remonta al período comprendido entre el VI y V
milenio a. C; por lo que cada vez hay más partidarios de la "teoría europeísta", es decir,
que defienden su gestación en la fachada atlántica, y no en el Mediterráneo
oriental. La influencia del Alentejo portugués, en nuestra región, será muy
importante.
Centrándonos
en nuestra Comunidad, en el valle medio del Tajo se observa cómo esta
implantación es progresiva de Este a Oeste, jalonando las cuencas de los ríos
principales y disgregándose en dirección a su cabecera y curso alto: es decir,
que son más abundantes a medida que nos dirigimos hacia occidente, hacia la
frontera portuguesa. Esto se interpreta como una ocupación sistemática de los
valles; un dato que, a nuestro juicio, tiene que ver con una vocación ganadera;
cuestión muy importante a la hora de verificar sus lugares de asentamiento, por
lo general bastantes escasos. Desde ese punto de vista, varios especialistas
han especulado sobre la condición itinerante de la gente megalítica; de ahí que
construcciones tan aparatosas y complejas aparezcan como únicos signos de
permanencia y, consiguientemente, señalizadores de la propiedad de un
territorio (Renfrew).
Existen
numerosas pruebas y testimonios que inducen a pensar que el pastoreo,
probablemente de cabras y ovejas, desempeñó un importante papel en estas
sociedades. Además, si tenemos en cuenta la ubicación de algunos poblados, es
algo evidente, ya que apenas puede esperarse otra posibilidad de supervivencia.
Aunque debieron existir, ya entonces, bastantes variaciones en la economía de
los pueblos, según las condiciones orográficas del área de asentamiento.
Como
es natural, habría alimentos complementarios: pescado, moluscos y algo de caza,
de la que nos ofrecen gran información las puntas de flecha, de sílex o cuarzo,
depositadas como ajuar en el interior de las tumbas (y que suelen aparecer en
sus alrededores, debido a las expoliaciones y movimientos de tierra). Junto a
todo esto se hallarían los productos agrícolas, cuyo cultivo y uso es
completamente demostrable: en primer lugar, por el hallazgo de molederas de
granito de aspecto naviforme; y, de
modo más definitivo, por las huellas de uso o lustre que queda en el filo de
hojas de sílex que, debidamente enmangadas, se utilizaban como hoces.
Otro
factor a considerar es la base tradicional de subsistencia en ciertos lugares
de nuestra zona que, por las condiciones naturales que ofrece su campo, es
tradicionalmente ganadera; lo que ha permitido la conservación de los
monumentos. Donde se ha extendido la agricultura ha originado la desaparición
de los mismos: como le ocurrió al dolmen del "Cerro del Puchero", en la finca "Las Lomas" de Talayuela. En los casos de Montehermoso,
sobre los que más nos centramos en este análisis, la ubicación de los dólmenes
en la Dehesa Boyal (eminentemente ganadera y de propiedad municipal) ha
favorecido el que hayan permanecido durante más de cuatro mil años (aunque
expoliados y bastante deteriorados, como suele acontecer en estos casos).
Los
Dólmenes, como vulgar e impropiamente son denominadas estas construcciones
megalíticas, se clasifican en tres tipos: de
cámara simple, de cámara con corredor corto y de cámara con corredor largo.
A su vez, pueden tener una hilada o doble anillo: este último modelo se emplea
cuando la cámara es amplia, para facilitar el soporte de la misma (por eso se
denomina anillo de contención, o coraza, al exterior). También,
dependiendo del tamaño, la cubierta era diversa: debido a ello, no nos parece
muy apropiado usar la palabra dolmen,
ya que en bretón significa "mesa", lo que en numerosos casos no es
adecuado. Veamos los diferentes modelos de Extremadura (aunque no entraremos en
detalles sobre ellos, ya que los objetivos de este trabajo son otros, según iremos
viendo a lo largo del mismo.
1.1.-
El Megalitismo extremeño
El
dolmen extremeño más frecuente es el de corredor
largo y cámara circular, aunque con tamaños diferentes y algunas variantes
de interés en los detalles constructivos. Sin embargo, los más antiguos parecen
ser pequeñas cámaras circulares con un corto corredor o vestíbulo en algunos
casos, todo ello cubierto por un túmulo de piedras y tierra. Las cámaras no
superan los 2 metros de diámetro en este tipo de sepulcros, los cuales tienen
sus mejores ejemplos en la zona de Valencia de Alcántara - Albuquerque.
Más
tarde surgen construcciones mayores,
con cámaras que oscilan entre los 4 y 5 metros (incluso mayores, como en los
ejemplos de Montehermoso y otros) y largos corredores que alcanzan hasta 20
metros (como en Lácara-Mérida o El Guadalperal-El Gordo). Las cámaras
presentan cubiertas adinteladas, que se apoyan en lajas verticales denominadas ortostatos; mientras que los corredores
son más bajos, también adintelados. Estos dólmenes grandes estaban cubiertos,
igualmente, por túmulos circulares o elípticos de tierra y piedras.
Un
tercer grupo estaba formado por sepulcros llamados tholos o tholoi: la cámara se cubría mediante una
falsa cúpula, conseguida mediante la aproximación de hileras de piedra. Son más
tardíos y suelen aparecer como arquitectura funeraria, asociada a las
necrópolis de los poblados calcolíticos (como el de la Granja del Toriñuelo, junto a Jerez de los Caballeros).
El
grupo de dólmenes dispersos que hemos analizado en el Campo Arañuelo y la
Jara-Ibores; estudiados (preferentemente) por Obermaier, el matrimonio Leisner,
Primitiva Bueno, el profesor González Cordero y otros (como el que esto
escribe), así como los de Montehermoso, no es notable en cuanto al número de
sepulcros se refiere; si se compara, por ejemplo, con otras áreas cacereñas
(Alcántara y Valencia de Alcántara). Su relevancia se halla, más bien, en la
connotación geográfica (esto es, en su emplazamiento en el borde de la
Submeseta) y por la definición del tipo de comunidades que entre el III y el II
milenio a.C. poblaron esta zona. Época que coincide con el desarrollo de la
cultura denominada Edad del Cobre o Calcolítico.
Pero,
como refleja el encabezamiento de este trabajo, en esta ocasión vamos a tratar
de los dólmenes de Montehermoso (Cáceres).
2.-
EL COMPLEJO MEGALÍTICO del TREMAL (Montehermoso)
2.1.-
El entorno físico
Como
es evidente, el hombre de la Prehistoria no se asentaba, frecuentaba o
controlaba un territorio al azar; sino que, como harán sus descendientes, lo
hará teniendo en cuenta los diversos condicionantes físicos (entre otros
parámetros).
Este
sector meridional de la dehesa boyal de Montehermoso se asienta sobre un
terreno de pizarras cámbricas, acompañadas con numerosas muestras metamórficas
(en forma de cuarzo o guijarros),
incluso de arena, debido a la proximidad del berrocal granítico (se halla a
menos de dos kilómetros, según podemos apreciar en el esquema geológico
adjunto). La orografía se nos muestra como un conjunto alomado, en forma de
penillanura.
Estos
factores son importantes, ya que posibilitan unos suelos aptos, bastante
profundos (la roca madre pizarrosa está a considerable profundidad) y con un
drenaje suficiente (según hemos podido comprobar mediante diversas pruebas y
métodos) dada la presencia de conglomerados (como el cuarzo y la arena citados,
a los que se añade una destacada proporción de pizarras trituradas); que dan
lugar a buenos pastos, a la aparición de un ecosistema muy adecuado y a la
dificultad para el encharcamiento (en general, lo que favorece la estancia del
ganado en invierno); e, incluso, a unos buenos suelos agrícolas (idóneos en el
encinar aclarado, o antes de que existiera la dehesa, en las superficies más
llanas).
Además,
estas zonas de contacto geológico son claves para temas hídricos o de acuíferos
(se filtra arriba, en el sector septentrional o berrocal granítico; brotando en
esta zona, sobre todo junto a las diques pizarrosos), pues posibilitan la
surgencia de fuentes y manantiales, algunas de ellas medicinales (debido a la presencia de rocas metamórficas, según
indicábamos): como la de "Jerrao"
o "Herrado" (ferruginosa, próxima a este paraje: a menos de un
kilómetro) o la propia del Tremal (cuyo
topónimo puede aludir a que cura "tres males"). Estas dos fuentes,
junto con otras de inferior importancia (como la fuente de la Pizarra), unidas al paraje próximo
denominado Los Manantíos (su
etimología no necesita explicación), donde fluye el agua a escasa profundidad
(igual que en los ejemplos mencionados, incluso de forma natural) durante todo
el año, son las razones que complementan el apartado anterior, dando lugar al
asentamiento humano en el pasado (incluso se observan restos de hábitat
posterior al Calcolítico, de algún villorrio
romano).
También
conviene recordar o saber que esta suave penillanura pizarrosa (y granítica, en
sus cercanías, según indicaba), sobre la que se asientan los dólmenes, se
encuentra situada a unos tres kilómetros del valle y vega del Alagón, formado
por materiales terciarios (miocénicos) y cuaternarios (aluviales),
fundamentalmente (como se observa en el mapa). Las migraciones temporales del
ganado (o de sus poseedores) estaban aseguradas ante posibles eventualidades
climáticas, ya que la variedad edafológica es algo evidente. Igualmente, no
había problemas para seleccionar las canteras para extraer los ortostatos y
placas de la cubierta: las de pizarra en el propio lugar, las de granito muy
cerca (como adelantábamos).
Para
finalizar este apartado (aunque algo hemos insinuado ya), hay que valorar el
alto nivel (por las causas anteriores) que alcanza la flora y fauna del entorno
más próximo (complementado con el alejado): entre un bosque adehesado de
encinas y alcornoques (éstos consiguen un tamaño extraordinario cuando surgen
entre los conjuntos pizarrosos, bajo los cuales extraen la cantidad de agua
necesaria), con sus correspondientes pastos y matorrales (jaras, escoba,
retama, tomillo y similares, torvisco, espino albar, zarzamora, perales
silvestres, acebuches, etc.), u otras manifestaciones vegetales (como las
numerosas especies micológicas); caza (menor y otras variedades en retroceso,
como los jabalíes, raposas y otras especies), reptiles (lagartos, culebras,
galápagos, etc.) y aves abundantes (palomas, tórtolas, perdices, codornices y
rapaces, fundamentalmente); pesca en arroyos (el principal, el Arroyo del Pez,
tiene un nombre bien aparente que no necesita explicación, con algunos charcos
que resisten el estío, a donde sube la pesca desde el Alagón en invierno) y
lagunas (tencas, ranas, tritones, etc.).
Y
si hoy alimenta un número considerable de animales (vacuno, sobre todo, por las
circunstancias actuales), mucho más lo fue en el pasado: donde hemos conocido
amplios rebaños de cabras, extensas piaras de cerdos, caballerías de los
agricultores, etc.
Dolmen
del Tremal – 1
2.2.-
Descripción
Este
paraje donde se ubican los megalitos se localiza en el extremo occidental de la
Dehesa Boyal de esta localidad, cerca del límite con el término y la dehesa
boyal de Guijo de Galisteo; próximo al camino de Valdecaballos (antiguo camino
de Coria), a la laguna y pozo del "Tremal" (de ahí el nombre que le
hemos aplicado, como es conocido ese paraje por los montehermoseños, aunque en
ciertos mapas conste como "Tremedal") y a la Casa del Guarda (de la
mencionada Dehesa Boyal); a unos 2 kilómetros de Montehermoso (formando los
vértices de un triángulo ficticio, de unos 300 metros de lado).
La
proximidad del arroyo del Pez, con sus arroyuelos secundarios, será también
determinante.
En
todos los casos, entre las cotas de 400 y 420 metros de altitud sobre el nivel
del mar; y, como era casi norma generalizada, para pasar desapercibido (como camuflaje, una vez cubierto por el
túmulo de tierra y piedras), ocupando las partes más elevadas de una penillanura
alomada (con cimas suaves).
•
Dolmen del Tremal I
Situación:
término de Montehermoso; coordenadas: 40º 05´ 05´´ N y 6º 22´ 22´´ W.
Se
encuentra a 300 metros del camino (a la derecha del mismo, según nos
aproximamos desde Montehermoso, y frente a la citada casa), sobre su
correspondiente y suave montículo.
Aún
pueden contemplarse más de treinta piedras de un tamaño apreciable (aunque
ninguna sobrepasa el metro de larga ni los 70 cms. sobre el suelo), de las que
cinco son de granito (de grosor reducido) y el resto de pizarra.
Según
puede observarse en el dibujo aproximado que adjuntamos, como en los otros dos
casos (aunque se aprecia algo peor), poseía doble hilada. La cámara interna
tiene unos 5'5 metros de diámetro, lo que también le asemeja con sus vecinos.
Nos
llama la atención un posible Menhir
de granito, de 1'9 metros de largo, por 0'25 m. de ancho y 0'22 m. de alto
(aunque disminuye progresivamente, desde los 28 hasta los 16 cms.); que se
encuentra tumbado y semienterrado. También pudiera tratarse de un poste central, desplazado de su
ubicación original, o de un tramo del corredor (que se intuye).
Este
posible corredor, o vestíbulo, tiene su puerta abierta al este-sureste; algo
que también apreciamos, igualmente, en los otros dos ejemplos (y en otros
megalitos similares).
•
Dolmen del Tremal II
Situación:
término de Montehermoso; coordenadas: 40º 05´ 01´´ N y 6º 22´ 30´´ W.
El
segundo, a otros 300 metros del anterior, en dirección oeste; también sobre
otro montículo (pero, en este caso, algo más pronunciado), junto a cuya base
discurre un pequeño arroyo.
El
número de ortostatos que se conserva es algo mayor (hay más de 40 con un tamaño
considerable); pero, a diferencia del ejemplo anterior, hay una presencia más
numerosa de rocas graníticas (la mayoría de las existentes y las de tamaño más
grande, como mostramos en el esquema incorporado). Aunque esta divergencia
pudiera estar motivada por el hecho de que, en el primer caso, el número de
ortostatos sustraídos (según analizaremos después) ha sido mayor.
Doble
hilada (incluso existen indicios de una tercera) como en el caso precedente
(aunque se aprecia mucho mejor, sobre todo en el extremo noroeste), pero la
cámara es más grande: sin embargo, estos aspectos también pudieran ser debido
al desplazamiento de las piedras, por las excavaciones para reutilizaciones y
expolios. De todos modos, un estudio más profundo (en el que la excavación
apropiada sería necesaria) del mismo despejaría estas incógnitas.
E,
igualmente, observo la presencia de otro posible Menhir (de 1'5 metros sobre el suelo, pero esta vez vertical), que
se nos muestra destacando sobre el conjunto. También atrae mi atención un
ortostato granítico curvo, junto a la hilada interna del noroeste, como si
marcara el arranque o inicio de la cubierta del túmulo. Estos dos elementos son
los que nos llevan a la posibilidad de una tercera hilada: estructura que no es
novedosa, ya que aparece en el dolmen del Guadalperal (con mayor número de
anillos aún, para la contención del túmulo, como podemos ver en el dibujo que
incorporo y que he realizado de acuerdo con G. y V. Leisner).
•
Dolmen del Tremal III
Situación:
término de Montehermoso; coordenadas: 40º 04´ 57´´ N y 6º 22´ 26´´ W.
Cerrando
el triángulo, junto al camino de Valdecaballos, frente a la laguna citada y casa del guarda (pero al sur del primer
caso, a menos de 400 metros de él y 300 del segundo ejemplo), coronando una
pequeña elevación de terreno visible desde el sendero (a menos de 100 metros
del mismo).
El
número de ortostatos es ligeramente superior al anterior, y son de mayor
tamaño: algunos se aproximan a 1'5 metros de alto sobre el suelo, por lo que se
observa y conserva mejor. Aunque también es cierto que el piso del túmulo ha
sufrido un vaciado mayor, tal vez por los buscadores
de tesoro: sobre esta ilícita actividad, recordemos que no es sólo
contemporánea (como ejemplo, entre los restos del Dolmen del Guadalperal
aparecieron varios objetos romanos, incluyendo una moneda). El que haya sido
menos visitado por los recabadores de piedras tiene su explicación: está más
vigilado, al ubicarse frente a la mencionada Casa del Guarda (como muchos años
ya de construcción) y camino de Valdecaballos (muy transitado en el pasado, al
ser el camino de Coria).
La
cámara tiene un diámetro similar al caso primero, con unos 5'5 metros; y, como
en los otros dos modelos, se entremezclan las rocas graníticas y de pizarras
cámbricas: la proporción de ellas es más equilibrada que en los otros casos,
menos desajustada (en el nº 1 predominaban las pizarras y en el nº 2 el
granito).
Es
notoria la falsa puerta ubicada al
sur-suroeste, así como el probable Menhir
tumbado cerca de la entrada (la cual se señala perfectamente por medio de dos
piedras, hoy tumbadas, que pudieron estar de forma vertical).
En
los tres modelos, como decía, se intuye un posible corredor o vestíbulo (aunque
este tema no está muy claro); cuyas piedras, de menor tamaño, han podido ser
reutilizadas en construcciones posteriores de las proximidades (al igual que
otras del conjunto). Así como la entrada orientada a la salida del sol, o las
plantas (encinas y alcornoques) que han nacido entre las rocas.
2.3.-
Valoración
Corresponden
al segundo modelo de los antes descritos: cámaras superiores a los 5 metros de
diámetro, con doble anillo. Dada la ubicación de todos ellos (en la cima de
ligeras elevaciones) y según los restos conservados, no parece muy probable que
tuvieran corredor: sólo en el primer caso hay indicios de uno corto, que
también pudieron existir en los otros dos ejemplos.
Dolmen 1. Fotografía:
Domingo Quijada González
Los
ortostatos, como decíamos, son de granito (la mayoría) y de pizarra. Los
primeros han sido transportados desde unos dos kilómetros (como adelantaba) y
se conservan en regular estado (especialmente en los dos últimos casos),
mientras que los de pizarra se han extraído del entorno más cercano; alcanzando
el mayor 1'5 metros de altura sobre el nivel del suelo (aunque existe dos que
se aproximan a los 2 metros, tumbados; que podrían ser menhires, como
señalábamos).
Las
numerosas piedras que formarían el túmulo se hayan diseminadas por los
alrededores e, incluso, como hemos podido analizar sobre el terreno, es muy
probable que hayan sido reutilizadas en diversas construcciones posteriores
realizadas en la dehesa boyal (entre otros posibles lugares): para construir el
muro de contención de la laguna del "Tremal",
la casa del guarda y la propia cerca
o corral del ganado, el cercano
puente de "Simón Ruano"
(por el que se salva el arroyo del Pez en épocas de máximo caudal), las "Pasaeras" (instaladas, con el
mismo fin, un poco más abajo), los molinos de "Jerrao" y de "Respinga",
la "Majá de los Porqueros" (edificios
para cobijar a las piaras de cerdos, así como a sus cuidadores, que guardan
gran parecido con los dólmenes o túmulos: con placas de pizarra que soportan la
cubierta de tierra y grava, sustentadas con pilares graníticos), etc. En todos
estos lugares, la presencia de grandes bloques graníticos (material inexistente
en la zona), muchos de ellos con gran parecido y diseño de los ortostatos, nos
animan a manifestar esta posibilidad lógica (un estudio más detallado y científico
nos lo confirmaría, seguramente). Además, las piezas que faltan tuvieron que ir
a algún lugar, es evidente...
Menhir
en Dolmen 2. Fotografía: Domingo Quijada González
El
tipo de cubierta sería similar a la que hemos descrito en la "Majá de los Porqueros":
estarían cubiertos por un túmulo de piedras y tierra, depositadas sobre las
grandes placas de pizarra, sustentado todo ello por los ortostatos. Debido al
gran tamaño, el segundo anillo (o de contención) serviría de apoyo.
Conservan
huellas de haber sido removidos y expoliados en el pasado (ya que siempre los
hemos conocido así, incluso por los ancianos a los que hemos preguntado), pues
la cámara se halla por debajo del suelo, semiexcavada.
El
modelo más parecido a los montehermoseños (doble anillo y tamaño similar) es el
del Guadalperal: en el término
municipal de El Gordo, pero próximo
a Peraleda de la Mata; en la finca o dehesa de ese nombre (El Guadalperal). Se encuentra hoy bajo las aguas del embalse de
Valdecañas, pero puede apreciarse cuando desciende el nivel del mismo
notablemente. Descubierto por Hugo Obermaier en los años 20, excavado y
estudiado después por el matrimonio G. y V. Leisner. Gran parte del material
(así como la Memoria de la excavación) se encuentran en la Universidad de
Friburgo (Suiza).
Pero
existen varios más en los términos municipales de Bohonal de Ibor y Valdelacasa
de Tajo (en la Jara cacereña). Algunos, igualmente, de gran similitud con
los del Tremal: El Tesoro, de
Valdelacasa de Tajo, tiene doble anillo y diámetro de la cámara similar (algo
más de cinco metros de diámetro); Atalayuela
I, también en Valdelacasa, posee ortostatos de pizarra (como los de
Montehermoso) y numerosos cantos rodados de cuarzo; y El Horquillo, en las proximidades de Bohonal, también es de doble
hilada (o con anillo de contención).
Y
en el oeste toledano, el ejemplo más claro lo tenemos con los dólmenes de Azután y La Estrella, cerca de Puente del Arzobispo, que guardan unas
semejanzas muy apreciables con los de Montehermoso que estamos analizando
(incluimos en este trabajo una fotografía del de Azután). Como es lógico, la
continuidad geográfica a lo largo del Tajo y sus afluentes es evidente.
Dolmen
3. Fotografía: Domingo Quijada González
Es
decir, que los dólmenes de Montehermoso guardan gran analogía con los que hemos
analizado del noreste cacereño, tanto en la construcción como en los materiales
encontrados; como si de una extensión cultural se tratara, como si hubieran sido
erigidos por pueblos afines o relacionados entre sí. Curiosamente y a nivel
personal, esto me produjo una gran satisfacción, ya que se trata de los lugares
donde nací (Montehermoso) y vivo (Navalmoral de la Mata-Campo Arañuelo).
Igualmente,
en todos estos ejemplos de megalitismo se aprecia la influencia del Alentejo
portugués y andaluz; aunque también hay diferencias (como el tema del doble
anillo o la ausencia, en los casos que estamos tratando, de placas de pizarra
decoradas) e identidades propias, según las características peculiares de cada
zona, sin contar las diferencias cronológicas y culturales correspondientes.
Dolmen 3. Fotografía: Domingo Quijada
González
El
entorno de la dehesa boyal montehermoseña volvería a ser lugar de asentamiento
posteriormente, con la colonización romana. Entre las diversas pruebas
conservadas, destaco la más clara: la pila granítica de la fuente de "Jerrao" corresponde a un
sepulcro romano (de los últimos compases del Imperio, como he podido comprobar)
que, dado su tamaño y peso (y material en que está labrado), no pudo ser
desplazado desde muy lejos; otros restos de menor importancia confirman el
hecho anterior.
Para
finalizar, relataré el caso de uno de estos dólmenes que bien puede servir para
el resto: el "Cerro del Puchero"
(término de Talayuela, entre Santa María de las Lomas y Tiétar). Esta
denominación vino a continuación de su descubrimiento, expoliación y
arrasamiento, en los años 60, cuando se explanaba y acondicionaba una parcela
para transformarla en regadío. El resto de la historia es similar al de otros
dólmenes, y puede resumirse en la especial predisposición por parte del
paisanaje a creer que cualquier ruina antigua encierra fabulosos tesoros. El
resultado final, como es de suponer, fue que no se encontrara ningún tesoro y
se destrozara el dolmen y un cuenco de cerámica (puchero), único ajuar
encontrado.
Domingo Quijada
González
Agosto de 1998
NOTAS DEL ARTÍCULO
Los dibujos fueron realizados a escala por Domingo Quijada González, en los años 80. En su etapa de universitario ya lo comunicó a su profesor, al que le presentó estos bocetos en la Universidad. Domingo ya los conocía desde niño, cuando iba allí con su padre con el ganado. Cuando era joven y visitaba la dehesa con sus amigos, les decía (y he podido contrastarlo con ellos), que aquello eran dólmenes y restos prehistóricos. Aunque décadas más tarde, se atribuyó a otras personas el descubrimiento.
El trabajo de este artículo también está disponible en la web de los Coloquios Históricos de Extremadura, en 1998. http://www.chdetrujillo.com/el-conjunto-megalitico-de-la-dehesa-boyal-de-montehermoso/
También descubrió las inscripciones romanas que hay en una piedra cerca de la Cañada de los Rebollares, un poco después de la Morisca (inscripciones rupestres de Navalaguija en Aceituna). Se la presentó a su profesor de Epigrafía Latina, D. Eustaquio Sánchez Salor en 1973.
Una muestra de la importante labor investigadora de Domingo Quijada González, que muchas veces es desconocida y que sin saberlo se atribuye su descubrimiento a otras personas.