Mantis religiosa
La Mantis religiosa (Campamocha, Madre víbora, Mamboretá, Mantis, Tranquitesa, Tatadiós o Santateresa) siempre ha suscitado miedo y desconfianza entre las personas. También se ha tenido la idea equivocada de que este insecto de la familia Mantidae era venenoso y su picadura podía ser peligrosa. Pero al contrario, es un animal inofensivo y que puede ser muy beneficioso para el hombre, ya que puede acabar con gran cantidad insectos.
La mantis religiosa debe su nombre a la posición de sus patas delanteras que cuando están dobladas, parece que estuviera rezando. Este gesto es muy común cuando está acechando a sus presas.
Las mantis son fantásticos depredadores y su cabeza está provista de delgadas antenas, que pueden girar 180 grados para tener una mejor visión de todo el entorno. Tienen dos grandes ojos compuestos y tres simples situados entre ellos. Una de sus particularidades es la de poseer un solo oído que tienen localizado en el torax.
Podemos ver diferentes colores en las mantis, pero si nos paramos detenidamente a observarlas, nos daremos cuenta que la mayoría de ellas (prácticamente adultos) tienen un color parecido al medio en el que habitan durante su última muda. Por tanto, va a ser el entorno en el que habiten, el que determine el color que tenga la especie.
Son insectos muy solitarios y solo en la época de reproducción es cuando la hembra y el macho se reúnen para aparearse. Cuando varios machos se juntan para aparearse con una hembra, comienza una dura batalla entre ellos hasta que solo el ganador logra emparejarse con la hembra.
Mantis religiosa
Es en este periodo, donde las hembras se vuelven más agresivas y en el que en ocasiones la hembra se come al macho durante la copula o una vez finalizado el apareamiento. Este comportamiento suele darse con más frecuencia cuando se hallan en cautiverio, siendo poco frecuente o escaso cuando están en libertad.
En otoño realizan la puesta de huevos en forma de pequeñas bolsas de espuma que depositan en la hierba o arbustos. Se da la circunstancia de que cuando los huevos eclosionan en primavera, se produce un fenómeno de canibalismo entre las crías, por lo que sobreviven pocos ejemplares para llegar a convertirse en adultos.
Las mantis se camuflan muy bien en el entorno en el que habitan y pasan horas esperando con paciencia a sus víctimas. Para atrapar a sus presas utilizan sus patas delanteras para inmovilizarlas con extraordinaria precisión y con grandes reflejos y rapidez, pudiendo atrapar moscas y otros insectos al vuelo.
Entre sus capturas se han encontrado todo tipo de presas: arañas, grillos, moscas, polillas, saltamontes… y en general todo tipo de insectos. En raras ocasiones se ha observado cómo se alimentaban de pequeños vertebrados (anfibios y reptiles pequeños) ranas, lagartos, lagartijas, salamandras y serpientes.
Según las últimas investigaciones publicadas en The Wilson Journal of Ornithology, diferentes especies de mantis religiosas en todo el mundo, son capaces de capturar y alimentarse de pequeñas aves.
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